138 Y la última elegancia es la de la consecutio finis, la elegancia interior, que procede del corazón. Es saberse poner en la piel de la otra persona y comprenderla, para poder tratarla bien. 
Por eso, si hago una broma de mal gusto, no obra con elegancia mi corazón. Saber comprender, tener elegancia de corazón, requiere una finura interior que no tiene todo el mundo. Decimos que un corazón es bello cuando no piensa en sí mismo, cuando se da desinteresadamente a los demás y un corazón es feo cuando es egoísta, egolátrico y no piensa más que en sí mismo. De un corazón egoísta no puede salir la elegancia interior. Por lo tanto bello y feo en la consecutio finis es sinónimo de bueno y malo. 




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